Por más que lo intentes, casi nunca eres capaz de acabar el mes con un pequeño puñado de ahorros en tu cuenta corriente. Bueno, al menos te llega para tus gastos… ¿o tampoco?

La realidad es quefulminas el dinero a la velocidad del rayo y casi pareciera que tu cartera fuese un agujero negro en el que guardas los billetes y desaparecen como si nada porque ni tan siquiera recuerdas en qué te los has gastado. ¿No sabes cómo lo haces para encontrarte en bancarrota apenas unos días después de haber cobrado tu nómina? No es magia negra: probablemente sea por estas seis costumbres.

1. Haces la compra con hambre

Te gusta hacer una compra de alimentos y productos básicos abundante para no tener que ir al super cada dos por tres, pero deberías buscar un mejor momento para hacer acopio de víveres que cuando estás hambriento y cansado.

“Así ya me llevo algo para cenar”, sueles decirte a menudo, pero la realidad es que ir a última hora y con el estómago vacío y agotado tras una larga jornada sólo se traduce en que compres más de lo que necesitas y sin controlar bien lo que cuestan las cosas.

¿Has escuchado lo útil que es ir con una lista? No saltársela nunca, buscar los productos con mejor relación calidad-precio y encontrar una hora adecuada para ir de compras te ayudarán a notar la diferencia en tu bolsillo.

2. Hacer la compra solo

Resulta que cuando vamos de compras solos tendemos a buscar un vínculo emocional con las tiendas y visitamos sólo aquellas que nos resultan más atractivas o agradables sin pensar en los precios que tienen. Exacto: cuando no vas acompañado sueles acabar en las más caras y gastas mucho más dinero del que crees.

No está todo perdido: ese vínculo emocional puede desaparecer si haces tus compras con tu pareja, un amigo o un familiar. Así reducirás el gasto y harás menos compras impulsivas.

3. Estás triste

A ver si te recuerda a alguien esta situación: has tenido un mal día y parece que el mundo entero está ahí sólo hacerte la vida imposible. Se te ocurre que la mejor idea para animarte es darte un capricho yéndote de tiendas. Porque ‘te lo mereces’ (te repites varias veces).

Según un estudio realizado en la Universidad de Harvard, irse de ‘shopping’ puede resultarnos más atractivo o valioso cuando estamos en un estado melancólico, tanto que gastamos hasta cuatro veces más que si fuésemos en un estado de ánimo normal.

Ten cuidado porque comprar cosas materiales como terapia improvisada para ser feliz puede conducirte a un bucle constante de penurias: no tengo ni un duro, trabajo demasiado para nada, soy un pringado…

4. Tu habitación está sucia

Tener ambiente desorganizado en casa puede traducirse en un caos financiero, especialmente si este desorden afecta a las zonas que tienes adaptadas para trabajar, ya que cuando te sientas en tu escritorio para hacer algo productivo no sabes ni por dónde empezar porque no encuentras nada de nada.

A veces pierdes tanto tiempo tratando de colocar las cosas que terminas por abortar la idea de adelantar trabajo para dedicarte unos minutitos al ocio virtual, y ocurre lo que ocurre: mantén la tarjeta de crédito lejos o el compreteo se apoderará de tu yo hastiado de vivir rodeado de mugre que busca una recompensa psicológica.

Y no, lo de comprarte la última novedad en productos de limpieza no sirve como excusa: quizás deberías empezar por utilizar y gastar los que ya tienes abandonados en aquel armarito de la cocina.

5. Miras demasiado Facebook

Interactuar con tus ‘amigos’ en Facebook aumenta tu autoestima. Hasta ahí bien porque no estás triste (hábito número tres que te está llevando a la bancarrota), pero resulta que los repuntes en la autoestima también mellan nuestro autocontrol, especialmente en lo que se refiere a comprar cosas. Así lo aseguraba unainvestigación llevada a cabo por la Universidad de Columbia según la cual las personas que pasan más tiempo en redes sociales son más propensas a realizar compras inmediatamente después de su sesión de colegueo con su amistades virtuales.

6. No sales al exterior

Disfrutar de algún que otro rayo de sol afecta positivamente a tu estado de ánimo. Al sentirte feliz quieres quedar con los amigos, iros de terrazas, echaros unas risas… Y, sin que te des apenas cuenta, gastar más dinero del que deberías. ¿Cómo? ¿Vas a irte a la ruina tanto si estoy triste como si estoy contento?. Pues vaya.

Bueno, más o menos, pero se puede controlar. Como ocurría con el caso de las redes sociales, sentirnos bien y con la autoestima alta nos conduce en muchas ocasiones a gastar por el mero y llano disfrute, de la misma manera que consumimos cuando nos sentimos decaídos como vía más sencilla para animarnos.

Vivimos días de consumismo desorbitado, amigo: te va a tocar empezar a ser consciente de lo que está ocurriendo con tus finanzas y qué factores le afectan para aprender a luchar contra los impulsos impuestos de gastar y gastar.

Fuente: www.cienciaxplora.com

¡Nuestras Consultas son Completamente Grátis!

Comienze hoy a Réctificar su Crédito.
Nuestros profesionales en crédito están listos para ayudarle.